Él me dice que lo entiendo. ¿Pero por qué él no puede entenderme a mí? Sé que debo de hablarlo, pero... las palabras se rehusan a salir.
En cambio las lagrimas conocen el camino de mis ojos a la mandíbula, dejando un aire fresco y pegajoso en mis mejillas, que me recordarán que él se encuentra durmiendo sin seguir viendo algún problema.
Pido entendimiento de alguien más pero ni yo misma puedo hacerlo, apretando el nudo de mi garganta cada vez más como si eso callará las voces de mi mente.
Al final fui la única quien se durmió con el corazón pesado.
-Suspiros de Ithzela
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